domingo, 25 de mayo de 2014

"Corticosterona"

Cuando te quedas en 'blanco' durante un examen o en alguna presentación al público, la culpable es una hormona llamada corticosterona que bloquea la información hasta que el "peligro" pase.


Seguro que a muchos de nosotros nos ha pasado que nos hemos quedado en blanco, sin saber qué decir, y con la mente bloqueada, en algún examen o alguna presentación en público. ¿A qué se debe esto? Tranquilo, todo tiene una explicación y esto no iba a ser una excepción.

Todo se debe a una hormona glucocorticoide llamada corticosterona. Esta hormona la segregamos en momentos de ansiedad como los citados anteriormente, a la hora de dar un discurso en frente de gente o cuando nos hacen una pregunta de examen. Justo en ese momento, debido a nuestro estado de ansiedad, segregamos la corticosterona y nos quedamos en blanco.

La corticosterona bloquea el sistema de recuperación de información por lo que tan solo serenándonos conseguiremos recuperar los datos que queremos. Así, lo mejor es afrontar con tranquilidad tesituras como las presentadas antes, para que no nos quedemos en blanco, o lo que es lo mismo, que segreguemos corticosterona.

Cualquier estudiante sabe lo que es padecer terribles pesadillas en época de exámenes presagiando uno de sus principales miedos: quedarse en blanco. Los nervios, la inseguridad y el cansancio pueden provocar ese bloqueo mental que, si no se supera, acabará convirtiéndose en un suspenso.

Pero olvidar es algo normal, necesario e incluso sano. Tal y como explica el especialista en pedagogía Miguel Salas Parrilla en su libro «Cómo preparar exámenes con eficacia» (Ed. Alianza), «para que la mente funcione correctamente y no se vea sobresaturada, es necesario que el olvido vaya borrando la información que ya no es útil ni interesante y que deje espacio libre disponible para poder grabar las nuevas informaciones que van llegando».

Uno de los problemas que más agobia a los estudiantes es olvidar los conocimientos adquiridos tras horas de estudio. El repaso ayuda a mantener durante más tiempo en nuestra memoria las lecciones aprendidas, pero al final esas «huellas» que deja el material memorizado acaban también borrándose. Aunque puedes combatir el olvido con eficacia, con estrategias muy válidas como las que recomienda el profesor Salas.

1. Asimila el material antes de memorizarlo. La primera norma para obtener aprendizajes sólidos es entender lo que se está estudiando. Leer detenidamente, subrayar, preparar esquemas y consultar tus dudas en clase ayudan a conseguir esa comprensión.

2. Dispón de los conocimientos previos adecuados. El aprendizaje es una escalera que conviene subir poco a poco, si nos saltamos peldaños no conseguiremos asimilar los nuevos conocimientos. Por tanto, siempre hay que partir de lo que uno ya sabe.

3. Organiza el material. De nada sirve aprender datos sin un orden, es necesario que formen parte de un todo para poder retenerlos durante más tiempo. Por eso es muy conveniente hacer esquemas y resúmenes, que ayudan a construir una historia.

4. Usa multicanales en la memorización. Es más facil recordar algo que se asocia a varios recuerdos, uno visual y otro auditivo, por ejemplo. Un esquema acompañado de su lectura en voz alta es aún más eficaz.

5. Evita las interferencias. Concéntrate en el estudio. Aléjate del ruido, despeja la mesa de distracciones, apaga el móvil, realiza descansos e intercala asignaturas, todo ello contribuirá a que aproveches mejor el tiempo que dedicas al estudio.

6. Realiza aprendizajes funcionales. Practica lo estudiado y profundiza en los conocimientos. Aquello que nos interesa —como la música— o que nos resulta útil —como saber multiplicar— acaba por fijarse en nuestra memoria. Busca aplicaciones prácticas y no te quedes en la teoría.

7. Busca la similitud entre el contexto de grabación y el de recuerdo. Intenta que predomine una situación de normalidad. No cambies de sitio justo el día del examen, piensa en cómo estabas de tranquilo mientras estudiabas, infórmate sobre las preferencias o manías del profesor, todos esos datos te evitará «sorpresas» de última hora.

8. Aplica técnicas mnemotécnicas. Todo aquello que te ayude a recordar es válido. Agudiza tu ingenio. Puede que para memorizar una lista de nombres necesites compararlos con la alineación de tu equipo de fútbol o ponerles música.

9. ¡Repasa!. El repaso es fundamental para cualquier estudiante, pero es mucho más eficaz si se basa en una buena planificación. No se trata de repetir siete veces el mismo tema sino de hacerlo en el momento apropiado (tienes más información en el libro que ya hemos citado antes).

10. Prepara un simulacro. Escucharse a uno mismo o preparar una redacción orienta sobre los fallos y/o las lagunas pendientes y ayuda a ordenar los conocimientos. Si tienes un buen compañero que se ajuste a tus ritmos de estudio puede resultaros muy útil examinaros mutuamente.



El miedo es una respuesta natural ante el peligro; una sensación desagradable que atraviesa el cuerpo, la mente y el alma. Se puede deber a algo que pasó, que está sucediendo o que podría pasar. Es difícil de controlar y puede provocar todo tipo de reacciones, tales como parálisis o ataques de ansiedad. En su versión más extrema, lo que se padece es el terror. Lo curioso es que no siempre es el espejo de algo real. Muchas veces se teme a algo que no existe, que es producto de la imaginación, como los monstruos.

¿POR QUÉ SE TIENE MIEDO?

Porque el miedo es saludable. ¿Qué? Sí, así es. El miedo, bien entendido, es necesario porque posibilita evitar algo doloroso o peor aún, ya que es un mecanismo de defensa que está ‘tallado’ en el ADN de los seres humanos. ‘Eso’ que está en el cuerpo se activa ante el peligro y permite responder con mayor rapidez y eficacia ante las adversidades. Fue aprendido por los primeros habitantes de la Tierra y forma parte del esquema adaptativo del hombre.

Claro que también hay miedos irracionales, como el temor a lo que no existe, pero la presencia de la reacción es beneficiosa para la supervivencia tal y como verán a continuación.
¿CÓMO AFECTA EL MIEDO AL CUERPO?

La manifestación fisiológica del miedo se da en el cerebro, concretamente en el cerebro reptiliano y en el sistema límbico. Ocurre porque el cerebro está todo el tiempo escaneando a través de los sentidos todo lo que sucede alrededor de la persona, incluso cuando duerme. Si en algún momento detecta un peligro, se activa la amígdala cerebral –situada en el lóbulo temporal– y se producen cambios físicos inmediatos que pueden favorecer el enfrentamiento, la parálisis o la huida.

En el cuerpo:
-Se incrementa el metabolismo celular.
-El corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células, especialmente adrenalina.
-Aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre, la actividad cerebral y la coagulación sanguínea.
-Se detiene el sistema inmunitario, al igual que toda función no esencial.
-Se dilatan las pupilas para facilitar la admisión de luz.
-La sangre fluye a los músculos mayores, especialmente a las extremidades inferiores.
-El sistema límbico fija su atención en el objeto amenazante y los lóbulos frontales –encargados de cambiar la atención consciente de una cosa a otra– se desactivan parcialmente.

Todo facilita la respuesta del individuo ante el peligro y esto sucede por igual ante cualquier tipo de miedo.

Claro que también puede haber consecuencias negativas cono:
-Taquicardia.
-Sudoración.
-Temblores.
-Retroalimentación del temor y pérdida del control sobre la conducta.
-Falta de armonía en los riñones, lo que puede hacer que la persona se orine involuntariamente.

Si lo que se experimenta es un miedo intenso o un trauma, este queda fijado en la memoria con mayor intensidad. Esto tiene una lógica evolutiva: lo que daña se fija con mayor fuerza que aquello que da placer, porque resulta más adaptativo. Por ejemplo, basta quemarse una vez con fuego para no volver a posicionar sin cuidado cualquier parte del cuerpo sobre una llama. Si alguien se olvidara inconscientemente de esto, se podría quemar día tras día.
¿CÓMO AFECTA EL MIEDO A LA MENTE?

El miedo hasta ahora descripto guarda relación con el mundo real, pero también existe el miedo imaginario o neurótico que no tiene correspondencia con el peligro. Le sucede a aquellos que evalúan por demás algo que tienen que hacer y terminan por imaginar el peor de los escenarios posibles, uno que no tiene por qué ser el más probable o ni siquiera ser tan perjudicial como se lo supone.

Una de las situaciones más comunes se da cuando un individuo tiene miedo al rechazo. Esto también está en el ADN. Como la supervivencia de los primeros hombres dependía de su comportamiento en grupo, si alguien era expulsado de la comunidad quedaba a merced de los depredadores. Pero hoy la situación cambió. Hay cientos de grupos de pertenencia y los ‘depredadores’ no son tan temibles como los que habitaban la estepa africana.
¿CÓMO SE ENFRENTA AL MIEDO?

Como primera medida, al miedo hay que naturalizarlo, es decir, aceptarlo ante el peligro y nada más. Y todo lo que esté en la cabeza, regularlo. El temor en una entrevista laboral o en una primera cita es normal. Pero al ‘otro miedo’ hay que tratar de expulsarlo. Es un impulso interior que busca defendernos de un peligro irreal que la mente se esfuerza en creer.

Claro que ante una patología el mejor camino es siempre consultar a un profesional de la salud mental, quien podrá trabajar para desactivar esas falsas alarmas.

¿A qué le tienes miedo? ¿Sueles temer a algo irreal?

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