Ya sabes esa… ¿cómo decirlo?… ¿onomatopeya?, ¿palabra? En fin el punto es que lo usamospara omitir algo que a nuestra percepción no tiene importancia.

De hecho, así lo define la Real Academia Española: “Discurso largo y sin sustancia, y a veces con tonterías o desatinos”. Pero ¿por qué se usa así?
Según indica BBC, en la antigua Grecia se tomó la raíz de la palabra bárbaro, “bar” y se repetía 3 veces para denotar “ruidos sin sentido”.
Más tarde se modificó, el al periodista estadounidense Howard Vincent O’Brien, en su libro de memorias Wine , Women & War de 1918 utilizó por primera vez el término “blah”, según dice el Diccionario Inglés de Oxford.
Geoff Nunberg, lingüista de la Universidad de California, Berkeley, explicó que tres años después, la revista de EE.UU. Collier’s: The National Weekly usó un doble bla para indicar que un locutor dijo cosas sin importancia.
Sin embargo, Nunberg cree que probablemente fue utilizado antes de eso, y podría haber evolucionado a partir de “blab blab blab”, una frase que aparecía en los libros ya en el siglo XIX.
Usando el programa NGram de Google, que mide la frecuencia de uso de una palabra en su colección de libros digitales, Nunberg se dio cuenta de que el uso del blablá se disparó en el periodo de postguerra.
Ahora no me queda decir más que puro blablablá, ¿tú qué piensas?
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a aprender a hablar?
Cuanto más se divierta aprendiendo palabras nuevas, más probable es que siga usándolas. Hay muchas formas de ayudarle a aprender a hablar:
Háblale tanto y tan a menudo como puedas. Mírale atentamente y muéstrate interesada cuando te conteste.
Concéntrate en lo que está tratando de decirte, no en si pronuncia las palabras con claridad. Hazle sentir seguro cuando habla contigo.
Cuando diga algo bien, refuérzalo. Por ejemplo, puedes decirle: “sí, es una cuchara”.
Muéstrale lo que quieres decir, explicando lo que haces. Por ejemplo, puedes decir: “ahora quitamos los zapatos”, cuando le quites los zapatos, y “ahora los calcetines”, cuando le quites los calcetines.
Dale muchas oportunidades de hablar durante el día. Si le preguntas algo, haz una pausa para darle tiempo a responder.
Exponlo a situaciones nuevas e introduce palabras nuevas. Llévalo a dar un paseo, señala las cosas que ven y di cómo se llaman.
Repite lo que te está tratando de decir, aunque no lo diga claramente, y alarga la frase. Si te dice “nano” cuando quiere un plátano, puedes contestar: “sí, aquí tienes un plátano”.
Simplifica tu forma de hablar. Usa frases cortas y enfatiza las palabras clave cuando hables con tu niño. Eso le ayudará a concentrarse en la información importante.
Elimina los ruidos de fondo innecesarios, como la televisión o la radio. Esto le ayudará a prestarte más atención. A los niños les puede resultar más difícil que a los adultos filtrar el ruido de fondo.
¿Cómo puedo hacer el aprendizaje del habla divertido?
Es fácil motivar a un niño a hacer algo cuando lo disfruta. Si haces del aprendizaje del habla una actividad divertida, tu niño querrá aprender más palabras para expresarse mejor.
Túmbate en el piso y juega con tu niño. Déjale escoger el juguete o la actividad y habla sobre lo que están haciendo. Así le darás muchas oportunidades de escuchar ejemplos claros de cómo usar las palabras que conoce.
Diviértanse pretendiendo que su osito o muñeco favorito es real. Incluyan este juguete en todas sus actividades diarias. Siéntenlo a la mesa para comer y pónganle un babero. Habla de lo que está haciendo el muñeco mientras lo hace.
Lee a menudo con tu niño. Aun si no lees la historia, aprenderá mucho vocabulario mientras le hablas de los dibujos.
Diviértanse con canciones infantiles, especialmente con las que incluyen acciones que tu niño puede hacer, como “Palmas, palmitas”. Cuanto más las canten, más probabilidades hay de que se aprenda la letra.
Prueba juegos basados en escuchar con atención. Por ejemplo, muge y pídele que escoja el animal correcto de su caja de animales de plástico. Cuando lo haga dile “sí, es una vaca”.
Si hace buen tiempo, salgan a un parque. Échense sobre una manta y pídele que cierre los ojos y escuche con atención. Después de un minuto, pídele que te cuente qué sonidos oye. Esto les dará pie para hablar del viento, de los pájaros, o del ladrido de un perro.
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